La política es un bosque encantado.
Instante al espejo
Ninguna canción es suficiente para estos momentos,
Ninguna imagen en realidad, ningún verso.
Apenas un suspiro entrecortado por la placidez de volver la mirada adentro,
encontrarme sola frente al espejo.
Sin ningún reproche,
sin ser quemada por ningún anhelo.
Sin más deseo que absorber estos instantes de hondura
en mi propio encuentro.
Reflexión de media noche
Un error fatal, sobre todo en política: si la gente a su lado duda de su capacidad de solidaridad y lealtad en los momentos en que ellos o ellas son vulnerables, es más posible que lo abandonen en momentos decisivos.
Hay una norma esencial de protección: uno debe mantener el amor de la gente, porque ni todo el dinero del mundo puede comprarlo... ese lo construye uno mismo y si uno traiciona la confianza de la gente, rompe un lazo invisible fundamental: corta las relaciones afectivas y deja en la cuerda las otras relaciones que mantienen a la gente cerca pero que no comprometen necesariamente la generosidad de la misma, y si uno pierde eso... está perdido.
No hay nadie más vulnerable que un gran personaje rodeado de gente que no está enamorada de él. Y cuando hablo de enamoramiento me refiero al profundo amor que la gente puede sentir por un amigo o por alguien a quien tiene algo importante qué agradecerle, es decir, este es la base de la lealtad. Porque si bien romper con la generosidad no implica necesariamente romper con todas las escalas de la lealtad, cuando se trata de momentos extremos, es mucho más posible que la lealtad se muestre nula y el individuo se escoja a sí mismo antes que a usted: que lo abandone.
No hay nadie más vulnerable que un gran personaje rodeado de gente que no está enamorada de él. Y cuando hablo de enamoramiento me refiero al profundo amor que la gente puede sentir por un amigo o por alguien a quien tiene algo importante qué agradecerle, es decir, este es la base de la lealtad. Porque si bien romper con la generosidad no implica necesariamente romper con todas las escalas de la lealtad, cuando se trata de momentos extremos, es mucho más posible que la lealtad se muestre nula y el individuo se escoja a sí mismo antes que a usted: que lo abandone.
Una mirada al activismo social-político
Introducción
Esta
semana publiqué el siguiente twitter:
Y me
preguntaron por qué decía esto. No respondí de inmediato porque sé que es un
tema álgido y que si bien podría generar detractores, cosa que en realidad poco
me preocupa, lo que sí debía hacer, era
por lo menos, dejar el tema claro y bien argumentado. No sin antes reconocer
que no será algo objetivo pues yo misma he vivido en carne propia el
significado de estas palabras.
El contexto nacional para la participación:
el empleo, la educación y los medios de idiotización.
El
enunciado va en el siguiente orden de ideas: estamos en un Estado capitalista,
donde el colombiano, la colombiana promedio, no vive, sobrevive: todo es plata;
la salud, la educación, la alimentación, los servicios, el transporte, todo depende
de si puedes o no pagarlo. En pocas palabras la vida y la dignidad de las
personas depende de que estas tengan dinero o no. Los derechos se convirtieron
en servicios y todo está tan bien pensado que la gente está esclavizada en
horarios laborales que aunque legalmente sean de 8 horas, se convierten en 13 o
14 o más.
Una
persona promedio trabaja de siete de la mañana a seis de la tarde, se queda en
el trancón una hora y a las ocho –hora promedio- está llegando a casa, cansada.
Si es mujer, generalmente llegará a seguir una nueva jornada de trabajo que se
extenderá hasta las once o doce de la noche, para madrugar al otro día a las
cuatro de la mañana a dejar “todo” listo antes de salir. Así transcurren los días de la mayoría de la
población colombiana, eso si tienen suerte porque sino les toca salir “al
rebusque” es decir a mirar cómo carajos lograrán hacerse a un dinero para poder
comer algo ese día y llevarle a la familia.
Además
la educación es un negocio, si bien ciertos niveles de analfabetismo son bajos,
es decir, la gente puede estudiar básica y secundaria –no todos, muchos niños y
niñas están desescolarizados, o mal escolarizados en escuelas que no cumplen
con las condiciones de calidad por igual para todos los municipios- Cuando
salen no hay posibilidad de continuar con una carrera universitaria, ya sea
porque no fueron formados con las competencias suficientes para competir con
otros –generalmente de los colegios privados-, o porque simplemente no alcanzan
cupo en la lotería de miles de cifras que es el boleto de presentación a la
universidad. Por lo tanto son absorbidos por el empleo informal en su mayoría,
pues en este país la tercerización está cada vez más arraigada, más encarnizada
devorando el talento y consumiéndose a la población en edad laboral.
Al
final de todo eso ¿De dónde tiempo para participar en la política y de dónde
formación política para comprender la política del país? Sobre todo cuando a la
par, la gente llega a sus casas y todo
lo que quiere es descansar, prende el televisor y el país está vuelto un
mierdero –como cosa rara- Ser colombiano es un problema que se puede aliviar si
logramos –y desarrollamos una amplia capacidad para esto- entretenernos en otra
cosa que no sea el dolor de nuestra guerra, de nuestros desaparecidos y
asesinados, del hambre, la miseria, la casa que se nos va a caer, el conflicto
en el barrio, el toque de queda, la balacera, que no hay con qué pagar el
arriendo, que hay un adolescente embarazado/a en la familia, que una enfermedad
grave avanza mientras se resuelve la tutela para que la EPS responda, y que… en
fin.
Así
las cosas, si la televisión pone una noticia diciéndonos que Piedad Córdoba es
una apátrida todos corren a odiarla porque es mejor poner el sentimiento de
nación en el odio a Piedad Córdoba, que darnos cuenta de la miseria en la que
vivimos gracias a los gobernantes que se montan por los siglos de los siglos a
sostener las riquezas de las 20 familias dueñas del país. Y si mejor aún, dicen
que Chávez es el demonio, todos corren a odiar a Venezuela y a Chávez porque
así descargan toda la furia y la impotencia que sienten por sus vidas
miserables de cuenta de las políticas de su país. Si para completar el
panorama, llega un tipo -en cuyo gobierno le quitaron entre otras cosas, la
salud, la educación y los derechos laborales a la gente- con hablado de
histeria llamando a la guerra y a acabar con bala a todo el que no le funcione
al “país” -entiéndase país como las castas políticas y económicas a las cuales
él pertenece-, a la gente le parece muy bien quizá porque en esas balas y en
esa guerra se concentra la furia que siente por su propia situación y no
parecen darse cuenta que los que mueren en esas guerras no son los hijos del
histérico, ni de las veinte familias, sino los de los campesinos, indígenas,
negros/as y la gente de a pie.
El
sentimiento nacional se fortalece cuando hay un enemigo común porque cuando el
estado falla y la nación no nos puede dar razones para estar orgullosos y
orgullosas de ese invento de ser “colombianos” entonces nada mejor que un
enemigo público. Bueno, hay que reconocer por qué entonces cuando alguien gana
alguna medalla, todo el país quiere llorar de emoción porque al fin ser
colombiano es otra cosa: es la oportunidad de ganarse un trofeo, es tener
talento, es ser capaz, es avispado, es ser “decente”[1]
¡Ah,
por dios, y cómo no aclarar que esta es una decencia cuyos parámetros dictan
las élites criollas alimentadas el imperialismo!, una decencia que consiste en
no ser subversivo… es decir, no escribir cosas malucas como estas que suenan a
pesimismo, o decir otras como las que emite Piedad Córdoba o Iván Cepeda que
sin duda indigestan porque ponen el dedo en la llaga. No decir, no chistar por
nada y dedicarse a trabajar callado y sin quejarse y sobre todo, no intentar
cambiar nada. Y si mejor aún nos hacemos ver como uno de los países más felices
del mundo, ni se diga.
Tenemos
entonces a un montón de gente sumida en la miseria, esclavizada, lejos de saber
la realidad de las cosas que suceden en el país, lejos de saber que la están
usando para que odie a los que debiera amar profundamente y además incapacitada
para asumir un pensamiento crítico: un montón de gente educada por RCN y
CARACOL –por mencionar algunos-.
Con
estos factores que expuse: 1. La esclavización 2. La falta de educación
superior y oportunidades para escalar económicamente y 3. La idiotización que
hace la prensa ¿A qué horas va a participar la gente? ¿A qué horas se mete a
hacer política y a cambiar las cosas?
Ser activista: los derechos humanos de los
otros ¿Y los míos?
Del
otro lado, me disculpan que no perdone espacio… del otro lado están los
defensores de derechos humanos, los y las líderes de las comunidades, los y las
estudiantes -no todos, sino quienes
asumen el papel con sensibilidad- y bueno, en fin, toda esa gente que cree que
hay que construir un país diferente y que se mete con alma corazón y vida en
este proyecto.
Estos
en su mayoría están empobrecidos: los sueldos que paga el trabajo social son
mínimos, a muchos se los reducen cuando las corporaciones se empiezan a
quebrar, a otros les pagan poquito porque la agencia de cooperación
internacional no está de acuerdo con pagar rublos para personal, y tantos otros
están sin empleo porque la cooperación se fue del país a atender otros países
más pobres –qué pena la grosería, pero digo yo: ¿es que creen que nos están
haciendo un favor?, como si no supiéramos que son estos mismos países (nótese
que dije países no las mismas organizaciones) los que nos saquean y han
saqueado nuestras riquezas a lo largo de la historia.
Ah,
pero es que al activista le pagan si tiene suerte de tener un sueldo, porque lo
que más pasa es que ser activista significa estar en un cerro de reuniones,
tener mucho trabajo acumulado, horarios de muchísimas horas al día y ni un
peso. Puede pasar que ser activista implique trabajar un mes entero haciendo
mil actividades, resolviéndole problemas a todo el mundo, estresarse terrible
porque salió esta noticia y la derecha está planeando esto, porque van a matar
a aquellos, porque a este no le cumplen con su derecho y hay que poner una
tutela… Para ser activista hay que saber de política, hay que ser abogado así
sea aprendido al paso, hay que ser periodista, hay que tener hígado de acero
para cuando lo amenacen, para cuando se enfrente al dolor de la gente y se
sienta impotente y para cuando se de cuenta que usted… usted, es un simple ser
humano con límites aunque quiera resolver los problemas del país entero.
Dije
que en un mes usted puede pasar por esto y por más, y luego, cuando llega el
final del mes usted puede darse cuenta que no tiene con qué pagar el arriendo,
los servicios, ni la alimentación, que tiene poco dinero y le toca escoger
entre transportarse a más reuniones o comer algo. A esto se suma que la lucha no da espera, que
usted sabe que tiene que aprender esto y aquello para que no vuelva a pasar que
no sabe y que no tiene cómo pagar para que le ayuden a esta persona o para que
se resuelva este problema que es urgente. Entonces uno es defensor/a de
derechos humanos y activista social, y cree en la justicia y en la dignidad y
busca que la gente tenga un mejor vivir, pero uno mismo no tiene sus derechos
asegurados y puede tener hambre, y puede quedarse en la calle, y puede estar
enfermo. Defiende los derechos de todo el mundo y los de uno se van quedando
para después.
Así
las cosas va pasando la existencia, son los y las activistas quienes más se
enferman y si no se nos mueren
asesinados o desaparecidos, se nos mueren porque les dio un infarto o cáncer,
las enfermedades más comunes de los corazones sensibles y amantes de la libertad
y creyentes en la dignidad.
Si
es profesional y lo picó el mosquito de la lucha social, usted elegirá, si
tiene suerte, entre entregar sus conocimientos y talento a una empresa privada
que le permitirá tener una vida en estrato medio o incluso subir a medio alto
pero lejos muchas veces de sus ideales políticos, o a una ONG que pide su ayuda
y no tiene dinero pero que necesita trabajar ya y mucho. Si no tiene suerte,
sobrevivirá de forma extraña porque al fin nadie sabe cómo hace para salirle al
paso al hambre, a la falta de recursos y de apoyo.
Es a
todo esto a lo que yo me refiero cuando hablo de exclusión: cuando usted tiene
que elegir entre comerse un pan o gastar el pasaje para la reunión está siendo
excluido/a. Cuando tiene que elegir entre irse a trabajar en uno de esos
horarios de esclavo o andar sorteando las dificultades económicas para poder
tener tiempo para sus “otras actividades”, o peor aún cuando trabaja mucho y no
recibe sueldo, hay exclusión. Acaso ¿Quiere
decir que sólo los que tienen solucionado lo económico pueden participar? No se
extrañe entonces por qué –entre muchas otras razones- son las castas económicas
las que se sostienen en el poder.
Y si
bien esto hace parte de un sistema por el que todos y todas trabajamos para
contrarrestar… también me permito llamar la atención sobre las propuestas,
ahora sí, miremos a ver si estas sirven:
Propuestas
- Algunas veces he escuchado comentarios en
planeación de eventos que dicen que la gente va a los encuentros sólo si hay
refrigerio y que no hay que mal enseñar a la gente… yo respondo ¿No le parece
muy triste que esto suceda? ¿Cree usted que alguien que tenga comida en abundancia
y de buena calidad en su casa irá a una reunión por un pastel con jugo? Esto
señala el hambre que sufre nuestra gente, en silencio porque es una vergüenza…
porque se siguen pensando semejantes vejámenes sociales como problemas
privados, que avergüenzan a las personas en lugar de avergonzar a los
gobernantes.
-He escuchado que algunas personas y
organizaciones que teniendo con qué, no le dan pasajes a la gente para que no
se malacostumbre y porque uno va porque quiere, ¿le parece justo que una señora
tenga que elegir entre los huevos pa’ la comida y el pasaje para ir a su
reunión? ¿Por qué esto no es uno de los primeros temas en pensarse para la
planeación de eventos? ¿Entonces el que no tenga pasaje no puede ir? Si hay con
qué, lo primero es que la gente pueda ir, no
le de dolor darle $3200 pesos a una persona para que vaya a una reunión,
no sea déspota porque usted recibe un poquito más y puede ir. Con hambre no se
piensa, con hambre y en la calle hay rabia no ganas de trabajar, no seamos
ilusos
-A algunas organizaciones: ¿Si le pueden pagar
bien a la gente o incluso sólo pagarle por qué no lo hacen? ¿Por qué la
negligencia abusando del que les trabaja gratis porque es incapaz de dejar sus
ideales? ¿Dónde está la coherencia en la defensa de la dignidad y los derechos
humanos? ¿Acaso el que les trabaja no es humano también? ¿No merece descansos,
pago, momentos para sí mismo/a, y demás derechos laborales? ¿Se tiene que
esclavizar porque esto tiene ideales? Sepan que con esto contribuyen también al
desgaste y la desaparición de sus líderes. Hago mención especial de los y las
estudiantes en la universidades, que encima de que tienen que escoger muchos
entre una fotocopia o el pasaje para ir a la universidad, cuando llegan con
buenas notas los ponen a trabajar gratis que para que aprendan ¡Abusivos!
¡Excluyentes! ¡Eso es quitarle la dignidad a la gente, es quitarle la
posibilidad al estudiante de tener los frutos de su esfuerzo, es poner a
tambalear más el sostenimiento de la gente en las universidades!
-Invirtamos en investigaciones que apunten a cómo
generar estrategias de sostenimiento de quienes participan en nuestras
organizaciones. Ejemplo, la investigación que hizo el grupo Cultura, Violencia
y Territorio del Instituto de Estudios Regionales el cual integró al proyecto
de investigación la posibilidad de generar ingresos para las participantes y de
crear nuevas propuestas.
-Generemos redes de apoyo a las actividades
económicas que tienen nuestros compañeros y compañeras apoyando la difusión de
sus actividades y productos, ofreciéndolas entre organizaciones, fortaleciendo
su capacidad de difusión en nuestras redes y páginas web, dándoles prioridad a
la hora de consumir… es decir, que las organizaciones se den a conocer entre sí
las actividades y productos que pueden ofrecer sus miembros para generar una
red de intercambio comercial entre las organizaciones. Y si esto se puede hacer con organizaciones de otros países, mejor.
-¡Hay que tener especial cuidado con la salud
organizacional de nuestros espacios!
-¡Hay que tener mucho cuidado con ser
nosotros/as redes de solidaridad entre nos! Es decir, las organizaciones
deberían fortalecer más los espacios de intercambio social, de compañerismo y
amistad entre los/as integrantes no sólo porque esto genera sentido de pertenencia
y motivación, sino porque permite hacer un trabajo más conjunto, más eficaz,
más pertinente! ¡Pilas con la soledad! no hay nada más contradictorio que la soledad en medio de gente que trabaja por el bienestar de otros. Los procesos deben tener espacios para hablar también de lo que
nos duele, lo que nos preocupa, lo que opinamos, lo que nos preguntamos y con lo que no estamos de acuerdo porque de ahí nace la política,
de ahí se actualiza el pensamiento político y se actualizan los discursos y
crece el pensamiento!
A mi misma me ha pasado todo esto que he comentado, a lo
largo de mi vida como activista y cuando fui estudiante. Una vez, en un grupo
de mujeres jóvenes donde hacíamos una intensa actividad para la ciudad y
logramos una valiosa incidencia en la opinión pública alrededor de las
problemáticas que tratábamos; nos reunimos para evaluar por qué el desgaste,
por qué la desmotivación de todas, las que incluso salían en la TV y en la
radio… y entonces una dijo: “yo salgo en
la TV, en la radio, hago cosas muy importantes que llenan de alegría y
satisfacción, sé que le aporto a la ciudad y a mucha gente, pero ahora que me
veo tengo las medias rotas, y no tengo con qué comprarme unas nuevas”. Y
otra dijo lo mismo y añadió: “y me van a
echar de mi casa, me cortaron los servicios y no tengo qué comer… y sé que
finalmente ante todo esto estoy sola, que si me muero mañana el sol seguirá
saliendo y pronto me olvidarán y además sobre lo que hice seguirá creciendo lo
contrario como la maleza. Por eso me voy, necesito tener con qué vivir”.
Yo quisiera decir lo mismo y más que decirlo aplicarlo, lo
he dicho miles de veces cuando me he quedado en peores situaciones pero no
puedo, es como intentar no respirar. Eso no quiere decir que vaya a acrecentar
indiscriminadamente mi cuota de trabajo gratis cuyo cupo está colmado. El
llamado al autocuidado y al cuidado entre nos, es que tengamos la capacidad de
tener misericordia de nuestra propia humanidad, de cuidar nuestra salud y
bienestar para poder resistir la lucha ardua que nos espera.
Finalmente, me pregunto a veces con todo este trabajo, si no
estamos sosteniendo el poder de las castas al hacer el trabajo que el Estado no
hace y atizar así el fuego que debiera levantarse para replantear cosas… para
dejar en descubierto a carne limpia lo que no hacen nuestros gobiernos. Pero
como sé de antemano que aunque esto sea cierto no vamos a dejar de hacer las
cosas, entonces pongámosle más conciencia a este punto para que la gente se
levante ¡Sí, no me da miedo llamar a la gente a que se levante y deje de
estarse dejando mear la cabeza y agarre las riendas de la política del país!
Por ahora dejemos así.
Feliz tarde
Diana
[1] entiéndase bien que no estoy despotricando de esto,
pues ¿acaso la gente no tiene derecho de sentirse feliz y orgullosa por los
logros de sus compatriotas cuando hay tanta dificultad para salir adelante?
Otro artículo tendría que estar dedicado a analizar las preguntas que pueden
surgir en ese remolino en el que no me detendré ahora.
¿Será posible otra forma de hacer política?
Lo primero que me place escribir, es un intento de ordenar ideas alrededor de una conversación que sostuve hace poco durante un viaje en avión con un amigo. Le decía que a mi me preocupa un tanto eso de la ética y la política y que por tal razón, no sabía qué lugar ocupar en ella: si la de activista que aspira a cargos públicos, la de activista llana o la de académica que estudia, filosofa y opina. Una cosa sí tengo muy clara: yo no quiero ser una política tradicional.
En
una de tantas reuniones con gente interesante, pensaba para mis adentros que yo
quería y necesitaba aprender mucho, pero que definitivamente no quería ser como
los políticos calcados de un antiguo y cómodo estilo. Esa forma de hablar tan plana
que una escucha y le da sueño y se duerme y ronca y babea y vuelve a despertar
y todavía el sujeto está hablando, me da comezón. Diferente a la mujer aquella
que sabe meter chistes en medio del discurso y que me ha hecho poner
melancólica todas las veces que he visto uno de sus discursos –mi favorito- en
youtube. Para ser política, creo yo, una tendría que poder ser espontánea,
hablar normal, como la gente, para poderse comunicar con la gente, para que la
gente la entienda. Pero sabemos que el lenguaje también denota poder, así que
para muchos decir palabras enrevesadas en tonos chillones es la regla. Me
atrevo a sugerir yo, que eso es quizá puro pánico a mostrarse como son, pura
inseguridad y falta de verraquera para ser genuinos y coherentes con sus postulados
aunque estos no sean tan populistas.
Es
que cuando uno no es capaz de mostrarse como es, uno se mete en moldes y cuando
se mete en moldes se borra. ¿Por qué habríamos de mirar entonces a uno que es
igual a tantos? ¿Qué nuevo nos podría ofrecer?
La
gente suele meterse en el molde de la política tradicional, y si a estas
alturas usted se pregunta qué carajos entiendo yo por política tradicional,
pues le aclaro que es esa de la que todo el mundo en este país está
desencantado, a la que nadie le cree, la
que es sinónimo de mentira y oportunismo, engaño y corrupción, esa misma que le
cierra los oídos a la gente, esa que le da a uno rabiecita cuando la identifica
porque sabe que nada pasará, que todo es paja. Ah, esa que otros llaman
“politiquera” aunque conociendo el término le aclaro que no me sirve porque no
alcanza a encerrar en ella todo lo que yo defino. ¿Aún así no sabe usted cuál
es? Un político –hombre o mujer- tradicional habla con palabras rebuscadas,
tonos de voz falsos que quisieran contagiar a la gente de emociones –tal vez para
despertar sensaciones y que no se fijen en el contenido de sus palabras- un
político tradicional es de esos que se mantienen encachacados, que no pisan el
monte, ni la casa de los campesinos sino cuando necesitan votos, no cumplen
nada de lo que dicen, no saben en realidad cómo vive la gente, ni qué le pasa y
muchas veces tampoco les interesa. Pero téngalo muy presente: éste es el
resultado de una forma de asumir el poder, de toda una construcción cultural
del poder que produce estas pequeñas características, las cuales tienen
profundas raíces en nuestra sociedad. De manera que no se sienta usted alentado
a despotricar de estas personas –yo tampoco estoy autorizada- porque si están
es porque funciona y si funciona es porque no son ellos solitos, sino todo un
entramado social en el cual estamos metidos.
Pero,
aquí, me disculpa, no vamos a ahondar sobre qué eso de los políticos
tradicionales porque como le advertí en la introducción, poco interés tengo en
crear conceptos. Venía diciendo que esta gente se mete en los moldes porque
piensan que así debería ser la política porque no tienen otra construcción de
ella.
Y
¿Qué otra construcción de la política se puede tener si no parece haber una
reflexión misma desde el poder? Ahí es cuando se me sale la feminista para
decir que yo le agradezco mucho a las mujeres que me hayan enseñado que la
política se pasa por el cuerpo, que lo personal es político y que el poder no
lo leemos nosotras como la imposición sobre otros, sino como la capacidad de
autonomía de cada una. Es decir, se asume la política como la que pasa primero
por el cuerpo, la cotidianidad y la forma de ver el mundo de cada uno/a. La
política es primero la relación de una con una misma y a partir de ahí se
encuentra con los otros y las otras, para convertirse, en aquellas cosas que se
comparten, y que por lo tanto convierten lo personal en político. La política
pensada desde aquí, nace primero de la construcción de autonomía del propio ser
para cuestionar el propio pensamiento y la construcción de sí, de su relación
con los y las demás y finalmente, situarse de forma consciente frente al lugar
que ocupa uno como ser político en la sociedad.
Sin
embargo, cuando uno da una mirada panorámica de las relaciones de poder, lo que
más se ve es gente que simplemente quiere plata, llamar la atención y ser
famosa. En medio de esto se dan unas relaciones tan complejas… ¡a veces tan sucias!.
Alrededor de los cúmulos de poder, o de los personajes que lo representan,
suele haber –no generalizo- un montón de gente desesperada por llamar la
atención. Adulan porque adular es dar y cuando se da se deja al otro con la
deuda, de manera que se trata de disminuir un poco el poder el otro para tratar
de ponerse a la par con él. Alrededor de la gente que tiene lugares
privilegiados de poder, suele haber gente chismosa, niños pataletudos que se
sienten celosos, tienen envidias, hacen jugadas sucias por tumbar a los demás a
su lado y si pueden, a la primera oportunidad buscarán darle jaque al que está
a la cabeza.
Me
daba tristeza pensar en esto y que un día yo estuviera ahí, ¿no cree usted que
se debe sentir mucha soledad? Los seres humanos suelen coger al líder como
cordero expiatorio, para consignar en él todas las frustraciones propias, todo
lo que no pueden ser ellos y esperan que lo sea el líder. La o lo suben en una
cima helada en la que se queda solo y le quitan el derecho a ser humano: a
equivocarse, a llorar, a enojarse, a tener privacidad. Es de hecho gracioso que
el sentido de la “diplomacia” pretenda privar a los seres humanos de estas
expresiones, el poder se asemeja a una figura de deshumanización del líder para
asemejarlo a la idea que tienen consciente o inconscientemente de dios, oh
paradoja: un dios que cuyos atributos son humanos.
Volviendo
al tema de la adulación, ¿se imagina usted saber que lo adularán no porque
necesariamente lo quieran sino porque esperan favores de usted? ¿Que no pudiera
confiar demasiado en la gente porque en cualquier momento se lo comen vivo? Por
eso Maquiavelo decía que el hombre es un lobo para el hombre.
Le
confesaba entonces al amigo que, a veces pensaba que tanta suciedad me cansa de
antemano porque aborrezco la hipocresía, y que tal vez por eso yo no pueda
optar por esos cargos públicos. Pero él
me decía que a veces la gente hace eso por defenderse. Entonces puso de
manifiesto algo elemental: es que cuando usted está en un sistema, le toca
hacer las cosas desde ahí porque si se sale se queda excluido del todo. Es como
intentar no ser capitalista cuando todo el sistema está organizado así y cuando
no se tienen oportunidades reales para cambiar las cosas –presiento que sobre
esta afirmación van a saltar varios-. Es decir, una golondrina no hace verano.
Le
decía también que al mismo tiempo me preguntaba si habría una opción real de
hacer otra política, una política diferente, más humana, más ética, más
respetuosa de los otros y las otras, pero sobre todo menos violenta con uno
mismo y los demás. A mi se me ocurría
que esta tendría que partir desde un replanteamiento del poder, una
construcción del mismo como la mencionaba arriba, y le decía que me preocupa aún de nuestros
compañeros y compañeras, que tenemos que luchar con varias esferas de poder
para lograr generar cambios, estas son:
1.
La oposición que suele ser cochina en sus actos.
2.
La gente al interior –parte de ella, no toda- de
nuestros movimientos que está desesperada por el poder más que por hacer
3.
La cultura misma que nos ha enseñado a ver el
mundo desde unos códigos y unas formas naturalizadas que a veces nos hacen
pensar imposible otra forma de hacer la política.
A
todas estas ¿Cómo construir una política diferente? Le preguntaba y ambos
divagábamos en respuestas, a mí se me ocurre que esa política diferente tiene
que ser más humanista… no, humanista no recoge todo el sentido porque entonces
me vienen a la mente los animales a reclamar su lugar. Esta política tiene que
ser una política más coherente con la
vida, más respetuosa de ella, de la diversidad, de la diferencia, tiene que
replantearse el poder no a partir de la subordinación sino a partir de la
capacidad de autonomía que tiene uno consigo mismo y frente a los demás. Sobre
todo, tendría que deconstruir esa idea colonialista que pone al ser humano como
dueño y señor de la vida y la tierra, para hacerlo parte de un todo, una parte
que debe relacionarse no desde la imposición de la fuerza, sino desde el
cuidado del equilibrio y la equidad.
Esta,
tiene que ser una política en la que el ser humano deje de ser un lobo para el
mismo y uno pueda tranquilizarse más consigo mismo y con los otros. Una en la
que primen los valores humanos (no sólo cívicos o los conocimientos académicos)
y se pueda amar y uno pueda ser amado, en la que la muerte no sea el remedio
para silenciar los ideales, en la que todo esto que estoy pensado deje de
acusarse romántico y pueda ser natural, como ahora lo es el devorar a los otros
y las otras. Esta política tendría que estar basada en conclusión en el
replanteamiento de las relaciones de poder: del individuo consigo mismo, con el
entorno, con los otros y las otras, y de la sociedad. De aquí nace una pregunta
aún mayor, si es cierto que la guerra y la violencia son inherentes al ser
humano. La antropóloga austriaca Riane Eisler en su libro El Cáliz y la Espada
Nuestra Historia Nuestro Futuro, sugiere que hemos naturalizado la guerra
porque la hemos justificado dando una mirada al pasado desde la preconcepción
actual de que la misma es natural, pero que la humanidad no siempre ha sido así
y la violencia, la guerra la imposición del poder por la fuerza no son
naturales, nacen de la idea de subordinar la tierra y a la mujer en pos de una
producción controlada y que elimina la deidad de la vida para convertirla en
una máquina de producción, en una propiedad.
Yo
misma reconozco que tengo que seguirlo pensando porque, me asalta la acusación
de que hay que seguir pensándose una propuesta más elaborada al dilema, pero ya
van cuatro hojas y me tengo que ir a una reunión, así que otro día será.
Mientras tanto, usted destinatario/a desconocido, ¿por qué no se lo va pensando
usted y propone? ¿Quién dijo que yo vine aquí a dar respuestas?
Diana.
Introducción
Decidí empezar este proyecto con la idea de escribir una columna sobre política porque me gusta emitir opiniones que nadie me ha pedido y lanzarlas por ahí, al mar de la internet, sin más ambición que no dejarlas guardadas en mi computador. El no querer tal cosa,tiene que ver con una reflexión que hacía Marga López, una poeta antioqueña, cuando decía que la palabra toma vida cuando alguien más la lee. Así las cosas, ya no quisiera seguir guardándola y quemándola de vez cuando en las hogueras de inquisición que suelo hacer cada cierto tiempo.
Antes solía escribir para las amigas más íntimas y ellas fueron disminuyendo con el paso de los años y mis desencantos con la vida los cuales me merecieron varios momentos de ermitaña que mataron cualquier correspondencia, también es eso a lo que otros se refieren cuando mencionan el hecho de volverse adulto. Hasta hace poco había decidido intercambiar correspondencia con un ser a quién admiro mucho, atrevida yo, porque no es mi amiga ni me conoce, pero mis correos se quedaron perdidos en la cola de envíos y en una bandeja de entrada donde entran miles de mensajes todos los días, sin respuesta. Tal vez sólo porque ya no tengo a quién dirigir mis cartas en especial y me apremia la necesidad de escribir, las lanzo por ahí, como si divagara en una chalupa en medio del mar y lanzara cartas en botellas sin pensar demasiado a qué manos pudieran llegar.
He de confesar que mientras escribo esto, interrumpido varias veces, ni siquiera estoy segura de continuar con dicho proyecto, es posible que en cualquier momento me canse de él, me parezca escandaloso andarme publicando por ahí, como si nada, y decida incinerarlo en la opción eliminar este blog.
Mientras eso no suceda, creo que escribiré en este blog, ciertas opiniones y preguntas que se me van ocurriendo y como ya ha podido notar usted, destinatario desconocido, a pesar de que soy antropóloga y me gustan la política y las comunicaciones, también tengo un tremendo vicio: la literatura. De manera que si espera usted encontrar aquí ese tipo de textos estrictos, puros y con deseos de objetividad le recomiendo llevar su puntero a la esquina superior derecha de la pantalla y oprimir el botoncito rojo de la x.
Una vez escrito esto que yo considero una introducción, he finalizado la primera nota.
Diana.